Un total de 32.212 personas optaron el sábado 25 de enero a las 11.943 plazas ofertadas por el Ministerio de Sanidad para la Formación Sanitaria Especializada
La prueba de acceso para los graduados en medicina y que supone el examen más importante en la vida de un médico, todo ello mientras se reclama un aumento de las plazas ante la escasez del personal sanitario.
El sistema MIR es el modo de formación de los especialistas médicos que existe en España desde 1976. Se trata de un programa de formación mediante un contrato laboral con adquisición de responsabilidades progresiva a medida que aumenta la capacitación del residente (que es el médico en formación).
Indudablemente el sistema MIR revolucionó la formación de los especialistas de nuestro país y ha permitido que en la actualidad nuestros médicos puedan estar en la primera línea de la asistencia y la investigación médica internacional.
Al sistema MIR se accede mediante una prueba, el examen MIR que ordena a los aspirantes según la nota alcanzada y así se establece la prioridad a la hora de escoger plaza y especialidad.
Es un sistema que tiene como ventaja el hecho de ser un sistema justo en el que no hay lugar para “amiguismos” o corrupción, tan frecuentes por desgracia en otros ámbitos. En la parte negativa, se puede argumentar que es inadecuado a la hora de escoger a los mejores médicos del futuro. ¿Es mejor el médico que memoriza mejor los contenidos de un examen francamente difícil?
¿Puede ser que se queden fuera del sistema médicos con mayor vocación o mejores dotes humanas para ser buenos profesionales que otros con mejor memoria y capacidad de estudio?
Si el MIR selecciona supuestamente a los mejores estudiantes ¿Puede ocurrir que las especialidades con menor oferta de plazas o con mayores posibilidades de éxito económico en el futuro, al exigir un número más bajo de MIR, acaben seleccionando a los mejores estudiantes?
¿Conviene a nuestro sistema sanitario que los mejores estudiantes se vayan a Cirugía plástica y reparadora o Dermatología que son las especialidades de más difícil acceso?
¿Puede ser que las especialidades que exigen un número más bajo (mejor número) adquieran un mayor prestigio que otras con un acceso menos difícil?
¿Es mejor un dermatólogo, un cardiólogo o un cirujano plástico que un médico de familia o un especialista en medicina preventiva o geriatría?
¿Requieren estas últimas especialidades a los mejores estudiantes porque son más difíciles o importantes?
Son preguntas con difícil respuesta.
Recientemente, en octubre de 2024, se publicó un editorial en la prestigiosa revista British Medical Journal titulado Medicine is difficult—there are no shortcuts. La medicina es difícil y no hay atajos. Este editorial, escrito por un geriatra, que es el presidente del colegio de médicos escocés y que tiene 40 años de experiencia como médico generalista, hace reflexiones muy pertinentes referidas a la medicina en general, pero muy especialmente a la medicina generalista, la que ejercen los médicos de familia, los internistas o los geriatras, por ejemplo.
Algunas de sus afirmaciones son muy elocuentes: “Sí, tenemos imágenes fabulosas y más investigaciones de laboratorio de las que cualquiera de nosotros puede nombrar. Y sí, podemos interrogar los genomas de nuestros pacientes, y los genomas de los organismos y cánceres que los infectan y afectan. Pero, a pesar de toda esta maravillosa tecnología, el diagnóstico sigue siendo difícil. Cada paciente es un individuo único en un contexto único, un producto tanto de su biología como de su biografía. Hacer diagnósticos precisos y oportunos requiere más que solo tecnología, requiere escuchar, observación, pensamiento cuidadoso, juicio y tiempo. La incertidumbre a menudo prevalece, y la capacidad de manejarla no se aprende de ningún libro de texto”.
O por ejemplo:
“La medicina es difícil, se ha vuelto más difícil a lo largo de mis 40 años de carrera, y seguirá siendo más difícil. Necesitamos seguir atrayendo a los más brillantes y mejores para que se entrenen como médicos. Necesitamos asegurarnos de que su capacitación sea lo suficientemente larga, lo suficientemente amplia y lo suficientemente profunda como para que se sientan y estén equipados para hacer el difícil trabajo diario del médico, para innovar e investigar, y para diseñar y brindar atención a las personas de la manera en que ellos, como profesionales altamente capacitados, sienten que sus pacientes necesitan.
Nuestros pacientes no deberían exigir menos”.
La medicina de familia, por ser la que más plazas ofrece, puede que sea la especialidad de más fácil acceso. Pero ¿es la menos importante?
Si tenemos en cuenta que nuestro sistema sanitario tiene como base, como cimientos a la atención primaria y que estos profesionales atienden y resuelven el 90 % de los problemas que se les presentan, no parece que su formación sea irrelevante. Por otro lado, ¿es la más fácil?
En realidad, debido a la enorme cantidad de campos que abarca y a la incertidumbre que debe manejar, es probablemente una de las más difíciles y de las que más experiencia y formación requiere si se quiere practicar correctamente.
Pero la atención primaria no recibe el mejor de los tratos por parte de la administración.
Quizás, volviendo de nuevo al artículo de Andrew Elder deberíamos insistir en el mensaje:
«Incluso cuando estás aburrido diciendo lo mismo una y otra vez, dilo de nuevo. Incluso cuando creas que todo el mundo estará harto de escucharlo, dilo de nuevo. Porque es posible que los políticos aún no te hayan escuchado.
Así que lo diré de nuevo. La medicina es difícil».
BMJ 2024;387:q2163